La gente de Shanghai, a pesar de acoger con entusiasmo todo lo que viene del extranjero, no muestran la misma amistosidad hacia los chinos procedentes de diferentes regiones, a los que miran por encima del hombro. Los shanghaineses son orgullosos, esnobs, que admiran la modernidad, el progreso y el dinero. Están permanentemente ocupados, para ganar lo máximo posible. Se les ve también como gente tacaña y poco amigable. También dicen que los maridos tienen miedo de sus esposas, clásicas dominadoras. En general, las opiniones sobre los habitantes de esta ciudad no son muy favorable, veo que se les tiene un poco de tirria.
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